Levantando alfombras
bajo unos andares lentos, precavidos
tratando de ojear resquicios
revisar lo sentido, lo soñado y lo vivido.
Hacer terapia es también
visitar tu infancia,
revivirla desde una mirada nueva
entregada al cuidado
y a la ternura
(al autocuidado
y la autoternura).
Visitar la infancia
es acoger como antes nadie
a la niña que has sido
y que te sigue habitando
bien calladita
mínimamente sosegada
jugando con sus espacios.
Ampliar los márgenes de su recreo
escucharla en sus sonidos
y en sus silencios
desmoldar sus sensaciones
y acogerlas en espacios nuevos
espacios cálidos, reconfortantes y reparadores.
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